Con la apertura de las respectivas embajadas en Washington y La Habana este 20 de julio, algunos cubanos cautelosos esperaron que otros cubanos igual de cautelosos, mostraran algún tipo de exaltación.
Lo que todavía no logramos desentrañar es por qué algunos cubanos creen que otros cubanos pueden festejar lo que a ellos, ni atados, se les ocurriría.
Alguien está esperando que alguien prenda una chispa de verdadero entusiasmo. Todos al acecho del momento.
Pero por ahora ninguna conga arrolló (expresión usada para describir los bailes de carnaval). Ninguna caravana estrepitosa recorrió los municipios del país, sumando compatriotas al jolgorio.
En realidad, nada de eso tendría por qué ocurrir y es justo que así haya sido. Vea aquí el articulo completo.