Nueva York. Pasó 17 años sin autorización en Estados Unidos
y vivió un tiempo en refugios para gente sin techo, asaltado siempre por el
miedo a la deportación. Ahora es profesor de letras clásicas en la Universidad
de Columbia y el año que viene lo será en Princeton. La historia de Dan-el
Padilla Peralta es el relato de superación de un joven dominicano atrapado entre
dos mundos: el de la pobreza y el de las escuelas y universidades más
prestigiosas; el de un nómada sin hogar fijo y al mismo tiempo un intelectual
con reputación; el de un inmigrante ilegalmente en el país y un académico
ganador de numerosos premios, fascinado por los filósofos y los poetas griegos y
romanos.
“Sean curiosos. Trabajen duro. Sueñen a lo grande”, dijo Peralta para animar a niños y adolescentes que viven en refugios para gente sin hogar en la ciudad de Nueva York.El dominicano de 30 años habló a los jóvenes en las oficinas del Departamento de Servicios para Gente sin Techo, donde les entregó su recientemente publicada autobiografía “Indocumentado: La odisea de un niño dominicano, desde un refugio para indigentes hasta las universidades de élite”, publicada por Penguin Press.
Peralta llegó a Estados Unidos desde Santo Domingo a los cuatro años. Sus padres hicieron el viaje, con visados de turista, porque la madre del pequeño, María Elena Peralta, estaba embarazada y sufría complicaciones debido a una diabetes. La familia decidió quedarse en el país a pesar de que su visado había expirado.
Frustrado ante falta de oportunidades laborales, el padre de Padilla regresó a República Dominicana tres años y medio después pero María Elena decidió quedarse con sus dos hijos.
La hispana, de 55 años, dijo que no podía regresar a su isla natal después de ver como Dan-el sobresalía en la escuela y disfrutaba con sus estudios. “Los maestros me hablaban de sus cualidades. Nunca se cansaba de los libros”, dijo María Elena. “Preferí quedarme aquí y luchar aquí”.
Pero la lucha no fue fácil. María Elena acabó viviendo con sus hijos en refugios para indigentes aproximadamente un año porque su sueldo limpiando casas y de niñera no era suficiente para pagar un alquiler.
“Fue demasiado duro. Una experiencia que jamás uno va a olvidar”, explicó la mujer, quien en esa época intentó que la vida de Dan-el fuera “lo más bonita que se le puede pintar a un niño”. Uno de los refugios tenía una pequeña biblioteca y Peralta no dudó en sumergirse en ella, descubriendo libros como “Cómo vivía la gente en la antigua Grecia y Roma”.
El joven encontró la ayuda que necesitaba
Un fotógrafo que hacía de voluntario en uno de los refugios se sorprendió de ver a Peralta, con tan sólo nueve años, leyendo un libro sobre Napoleón. Después de conocerlo decidió ayudarlo para que el menor ingresara un par de años después en la prestigiosa escuela privada Collegiate School, en Manhattan. Kathy Young, mentora de Peralta en la institución, lo describió como un adolescente inteligente con “alegría para vivir”.
“Sean curiosos. Trabajen duro. Sueñen a lo grande”, dijo Peralta para animar a niños y adolescentes que viven en refugios para gente sin hogar en la ciudad de Nueva York.El dominicano de 30 años habló a los jóvenes en las oficinas del Departamento de Servicios para Gente sin Techo, donde les entregó su recientemente publicada autobiografía “Indocumentado: La odisea de un niño dominicano, desde un refugio para indigentes hasta las universidades de élite”, publicada por Penguin Press.
Peralta llegó a Estados Unidos desde Santo Domingo a los cuatro años. Sus padres hicieron el viaje, con visados de turista, porque la madre del pequeño, María Elena Peralta, estaba embarazada y sufría complicaciones debido a una diabetes. La familia decidió quedarse en el país a pesar de que su visado había expirado.
Frustrado ante falta de oportunidades laborales, el padre de Padilla regresó a República Dominicana tres años y medio después pero María Elena decidió quedarse con sus dos hijos.
La hispana, de 55 años, dijo que no podía regresar a su isla natal después de ver como Dan-el sobresalía en la escuela y disfrutaba con sus estudios. “Los maestros me hablaban de sus cualidades. Nunca se cansaba de los libros”, dijo María Elena. “Preferí quedarme aquí y luchar aquí”.
Pero la lucha no fue fácil. María Elena acabó viviendo con sus hijos en refugios para indigentes aproximadamente un año porque su sueldo limpiando casas y de niñera no era suficiente para pagar un alquiler.
“Fue demasiado duro. Una experiencia que jamás uno va a olvidar”, explicó la mujer, quien en esa época intentó que la vida de Dan-el fuera “lo más bonita que se le puede pintar a un niño”. Uno de los refugios tenía una pequeña biblioteca y Peralta no dudó en sumergirse en ella, descubriendo libros como “Cómo vivía la gente en la antigua Grecia y Roma”.
El joven encontró la ayuda que necesitaba
Un fotógrafo que hacía de voluntario en uno de los refugios se sorprendió de ver a Peralta, con tan sólo nueve años, leyendo un libro sobre Napoleón. Después de conocerlo decidió ayudarlo para que el menor ingresara un par de años después en la prestigiosa escuela privada Collegiate School, en Manhattan. Kathy Young, mentora de Peralta en la institución, lo describió como un adolescente inteligente con “alegría para vivir”.