Junto a los aviones de combate haciendo hasta 70 incursiones por día, la poderosa maquinaria mediática de Rusia también va a toda marcha.
Las noticias y los programas de debate en la televisión controlada por el Estado están dominados por el conflicto y buscan entregar un mensaje común: la política occidental en Siria ha fracasado y el presidente Vladimir Putin ha intervenido para el rescate.
"Rusia está salvando a Europa de la barbarie por cuarta vez", dijo el famoso presentador local Dmitry Kiselyov en su programa semanal.
"Vamos a contar: la mongoles, Napoleón, Hitler y ahora Estado Islámico (EI)", apuntó.
"Este es realmente un asunto de seguridad nacional", dijo la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores María Zakharova en una sala llena de periodistas hace una semana.
"Hemos experimentado el terrorismo. No queremos pasar por eso de nuevo."
Como la gran mayoría de los rusos se informa a través de la televisión, el mensaje está empezando a penetrar.
Putin y las encuestas
El mismo presidente ruso, Vladimir Putin, es uno de los voceros más oficiosos.
El mandatario, en una entrevista con la televisión estatal en Moscú ha defendido las operaciones militares de Rusia en Siria y aseguró que el objetivo de la campaña es "estabilizar la autoridad legítima" del presidente sirio Bashar al-Asad.
Putin añadió que su intención es "crear las condiciones para un compromiso político" en Siria.
Además negó que los ataques aéreos rusos fueran contra grupos opositores moderados en lugar de militantes del autodenominado Estado Islámico.
Una encuesta realizada en Moscú la semana pasada por el centro Levada (indepediente) reveló que el 72% de los rusos apoyan los ataques aéreos.
Es un vuelco dramático desde la última encuesta, antes de que las campañas militares y la ofensiva mediática comiencen. Aquella vez la mayoría se oponía a la intervención rusa.
A todas luces es un resultado reconfortante para Vladimir Putin, para quien la campaña en Siria es otra oportunidad de "jugar al hombre fuerte" y reafirmar a Rusia en el mapa de poder global.
Los primeros misiles crucero, que Rusia no había lanzado nunca antes, fueron disparados en el cumpleaños número 63 de Putin y las dramáticas imágenes se proyectaron varias veces en televisión. Casi como si fueran fuegos artificiales de celebración.
Los periódicos del día siguiente elogiaron el bombardeo como prueba de que Rusia "está de vuelta" para competir con EE.UU. gracias a la gran inversión del presidente Putin en modernización militar.
Pero la encuesta del Centro Levada reveló otro dato inquietante.
Los temores
"Hay un temor evidente que Rusia se quede atascada en Siria, al igual que la Unión Soviética quedó en Afganistán; que esta será una campaña larga, con sacrificios humanos y un gran costo", señaló el director del centro Levada, Lev Gudkov.
El temor existe a pesar de las repetidas promesas gubernamentales de que Rusia no va a desplegar tropas terrestres.
"El Kremlin ha subrayado que se trata de una operación a corto plazo y sólo desde el aire, pero, ¿qué pasa si los militantes de EI atacan la base aérea rusa? Es completamente claro cómo las cosas se desarrollarían entonces", advierte Gudkov.
Y hay otro problema en desarrollo.
Rusia está retratando afanosamente su campaña de Siria como una guerra contra el terror. Pero el hecho de que esté apoyando una alianza liderada por chiítas contra la oposición sunita no pasa desapercibido para su propia población musulmana.
Al menos 11% de los ciudadanos rusos son musulmanes, la mayoría de ellos sunitas.
En una ceremonia reciente en la nueva mezquita central de Moscú muchos expresaron su apoyo a la política de Vladimir Putin.
Ellos se hicieron eco de un altavoz en el interior que culpaba a Estados Unidos de sembrar el caos en el Medio Oriente.
"Quieren dividir el mundo musulmán", argumentó Adam Delimkhanov.
Pero en privado, asistentes de otras mezquitas expresaron su preocupación.
"Eso es sólo la política", comentó uno de ellos. "Por supuesto que estamos preocupados. Están bombardeando sunitas".
Incluso las cifras oficiales rusas muestran que más de 2.000 ex ciudadanos soviéticos se han unido a las filas de EI y otros grupos extremistas en Siria.
Reducir el riesgo que EI representa para Rusia fue la razón oficial para el inicio de los ataques aéreos, pero el temor parece persistir o aumentar.
"Definitivamente habrá consecuencias aquí, en Rusia, alguna respuesta de EI", señaló una joven chechena llamada Mansur.
"No van dejar las cosas así simplemente", añadió, admitiendo que estaba preocupado por un eventual ataque terrorista.
La salida del conflicto
Algunos analistas de política exterior apuntan a que el presidente Putin esperaba que sus acciones en Siria ayudaran a "descongelar" las relaciones rusas con Occidente, incluso que pudieran suavizar las severas sanciones impuestas por su última intervención en Ucrania.
Pero las señales hasta el momento no han sido prometedoras. En cambio, la campaña de Siria corre el riesgo de añadir nuevas presiones a la economía ya debilitada de Rusia.
El impacto a corto plazo será mínimo ya que está preasignado un gran presupuesto para defensa, pero Rusia ya está disparando sus últimos misiles de crucero.
Si el conflicto se prolonga, los costos se acumularán.
"Tenemos que pagar por esta acción militar en una compleja situación económica," señaló el político ruso Dmitry Gudkov.
El único diputado independiente en el parlamento de Rusia añadió que en su cámara no discutieron la intervención.
Él sostiene que detrás del 72% de apoyo del público, no existe un profundo compromiso de la sociedad rusa con esta campaña.
"Tal vez el gobierno decidió cambiar la atención de Ucrania a Siria", sugiere. Gudkov.
"Pero es demasiado lejos de nuestro país. La televisión rusa tiene que trabajar duro para que la gente se centre en esta agenda. Sé que los medios estatales están transmitiendo la situación sin parar, pero creo que los rusos no están realmente interesados", explica el parlamentario.
Por ahora, la decisión y la postura de Vladimir Putin le está generando aplausos.
Pero él no tiene ninguna estrategia de salida evidente de este conflicto y cuanto más tiempo pasa, mayor es el riesgo tanto para Rusia como para él.